Desde las 5 horas, adultos mayores se formaron afuera de la Escuela Primaria Próceres de la Revolución, dentro de la Unidad Independencia, en espera de ser inoculados contra el Covid-19 y “estar protegidos, porque los contagios están duros”.
Pese a las filas de hasta un kilómetro y esperas de cuatro horas, entrevistados denunciaron que los “trabajadores de chaleco rojo –de la Secretaría de Bienestar– nos dejaron en el pleno rayo del sol y fueron incapaces de ayudar a quienes llegaron en silla de ruedas o con oxígeno, aunque los verdes –de la Secretaría de Salud local– sí nos apoyaron”.
Hubo quienes tomaron sus previsiones y llevaron una silla para hacer la espera más cómoda; aunque la mayoría tuvo que esperar de pie. En otros casos, fueron familiares los que hicieron la fila para llamar a los adultos mayores en el momento que, consideraron, ya les iba a tocar su turno.
Estela Cantero, de 69 años, fue la primera en aplicarle la vacuna de AstraZeneca, quien, tras recibirla, comentó: “Me da mucha esperanza de seguir adelante y continuar tranquilamente con mi labor de asesora inmobiliaria”.
La vacuna es necesaria y “no significa que nos dejemos de cuidar, porque hay un porcentaje que no cubre, pero sobre todo porque a finales de diciembre y principios de enero han pasado cosas feas en la unidad por esta pandemia”, expresó a su vez Angélica Aguilar, de 63 años.
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